becario, pero sin un duro

Imagina, 4, 5, a veces 6 horas de trabajo diario, de lunes a viernes. Hacer trabajos que van desde llevar investigaciones, al desarrollo de la comunicación corporativa de una empresa, pasando por la creación de páginas web. Trabajos, por los que una agencia o empresa de comunicación normal, cobraría no menos de 4000€ por proyecto y los estudiantes hacemos gratis. Mucho nos quejamos de lo bajos que son los sueldos de los trabajos temporales, pero prueba a ser un estudiante de comunicación en prácticas. Más que un empleado serás un voluntario.

La comunicación es una de las partes más importantes de cualquier empresa, es la gestión interna de tus empleados, es la imagen que la organización da (hacia fuera y hacia dentro), es la diferencia entre el éxito y el fracaso.  Pero por alguna extraña razón, nunca es lo suficientemente importante como para invertirle parte del presupuesto de las organizaciones. Y ahí es cuando entramos los becarios.

En todas las prácticas en las que hemos tenido que hacer el trabajo equivalente al de un equipo de comunicación, ha sido porque la organización o empresa no tiene dinero suficiente como para contratar a una agencia. Y este es el problema. Utilizan lo que deberían de ser oportunidades formativas para conseguir trabajadores gratuitos. Ya no me quejo de que si hubiese estudiado una ingeniería me habrían pagado desde las primeras prácticas que hubiese hecho. Ni me quejo de tener que complementar trabajos a tiempo parcial con prácticas porque no existen las prácticas remuneradas en mi campo. Me quejo de que por no querer priorizar la contratación de una agencia de comunicación a comidas con clientes, los estudiantes estén haciendo el trabajo del que deberían estar aprendiendo, siendo exigidos lo mismo que las agencias. Teniendo siempre en cuenta que normalmente un único estudiante cubre varios puestos de trabajo de forma gratuita. 

Realmente, solo porque que yo tenga Instagram no quiere decir que puedo llevarte la cuenta gratis, porque que yo tenga twitter no quiere decir que puedo decidir qué publicar por tí en cinco minutos, y porque que yo tenga TikTok, no quiere decir que con un vídeo que te haga te vas a hacer viral. En lugar de formarnos, a menudo las empresas nos usan y nos exigen un nivel profesional de resultados que no siempre estamos capacitados para dar. Aprovechándose de la circunstancia sólo perpetúan este ciclo. 

Y tampoco es por echarle toda la culpa a estas empresas que deciden no reconfigurar su  presupuesto. No son solo las empresas las que tienen esta idea de que la comunicación la puede llevar cualquiera y puede estar hecha en dos días. Le echo gran parte de la culpa a los propios medios, en concreto a las series. Seguro que has visto Emily in Paris o The Bold Type. Son series que infravaloran el trabajo de los expertos en comunicación. The Bold Type, una mezcla millennial entre Sexo en Nueva York y El Diablo Viste de Prada que decide poner a uno de sus personajes principales, una chica de 26 años, como jefa de departamento de comunicación digital después de que se le ocurriese utilizar Snapchat como red de atracción de usuarios. O Emily in Paris, que como ya te hemos contado solo contribuye a esta imagen falsa del campo. 

Al final los estudiantes de comunicación nos hemos convertido en curritos que no ven ni un céntimo. Las empresas necesitan desesperadamente nuestro trabajo, pero no están dispuestas a valorarlo. La comunicación ni es gratis ni la hace cualquiera. Un estudiante hace prácticas para aprender, no para hacer favores a la empresa ni para cubrir cinco puestos de trabajo. “Contratar” a un estudiante de comunicación no puede seguir siendo sinónimo de mano de obra gratis. Es hora de que se nos tome en serio a nosotros y a nuestro trabajo.

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