Por María De Noguera

Imagínate esto: es un viernes cualquiera de 2019. Por fin puedes dar por finalizada la semana y tu única preocupación es pensar qué te vas a poner para salir esta noche a cantar a todo pulmón con tus amigas estar soltera está de moda, por eso ella no se enamora…
Tres años más tarde y una pandemia de por medio, nos parece casi un insulto lo que en su día era nuestro himno de fin de semana. Y no precisamente por el mensaje de turno que esconde cualquier tema reguetonero, es más bien porque estar soltera ya no está de moda. Todos nos queremos enamorar y ser felices y comer perdices. Pero en el amor la intención no es lo único que cuenta. Dos no se enamoran si uno no quiere. Y, ¿cómo vamos a conocer a nuestra media naranja si apenas salimos de nuestras casas y cuando lo hacemos, ya no nos mezclamos con desconocidos por eso de las “burbujas”? Pues gracias a la tecnología ya no hace falta invocar a Afrodita o ser el siguiente Dorian Gray, simplemente hace falta entrar en el metaverso y convertirse en un auténtico internauta.
Si ya compramos en Amazon, vamos en Uber y pedimos comida de Glovo, ¿porqué no encontramos, o tratamos de encontrar, el amor en Bumble? Y sí, elegimos Bumble porque para una revista en la que solo somos mujeres, no existe mejor app que una en la que las mujeres tenemos la primera (y a menudo la última) palabra. Puede que parezca una colaboración, pero desde aquí ya te aseguramos que Bumble no patrocina este artículo, aunque siempre se aceptan propinas.
Probablemente, el lector promedio de chasco no se escandalice, pero es mucha la gente ahí fuera que todavía no entiende el concepto de las aplicaciones de citas. Les parece algo tabú, algo peligroso y hasta algo vergonzoso. La gente te pregunta, ¿por qué exponerse de esta manera ante desconocidos? ¿No tienes miedo a cruzarte con algún demente? A lo que yo respondo, ¿acaso no subes las fotos del tercer cumpleaños de tu sobrino a Facebook o te encaras con el primero que no comparte tus opiniones en Twitter o mejor aún, fardas de trayectoria profesional en LinkedIn? Resulta que el escándalo no es “sobreexponerse” en Internet, sino el sentirse vulnerable. El admitir tener un perfil en cualquier aplicación para conocer gente se interpreta como un grito de desesperación: ¡SOS! ¡Ayuda!¡ No quiero morir sola! Cuando más bien es un: Hey! Estoy harta de ir de clase a casa y de casa a clase, ¿te apetece hacer algo diferente? Que, a su vez, se traduce en un: Por favor, sácame de casa. Necesito conocer gente nueva como buen Zoon Politikón aristotélico. Antiguamente la gente se conocía en los guateques o hasta en la misa dominical. Si bien los tiempos han cambiado, sumando la mascarilla y la distancia social, es imposible acercarse a cualquier posible prospecto.. Antes uno salía a socializar una noche de viernes cualquiera, pero por qué no admitimos que el contexto ha cambiado y el método pues también.
Los japoneses lo llaman Koi No Yokan; los psicólogos occidentales, la regla de los 7 segundos. Una sola mirada, una palabra o incluso un gesto puede determinar la relación que establecerás con la persona que acabas de conocer. Si tuvieras la oportunidad, ¿verdad que intentarías dar la mejor impresión posible? Ahora ya se puede gracias a la gran variedad de aplicaciones que hay en el mercado. Hay quienes critican que éstas son superficiales, materialistas, clasistas e incluso racistas. Amiga, como si cuando se te acercaba en un bar el feo del grupo no te hacías la sorda o la ocupada. Además, una se da cuenta enseguida cuando en la azotea solo hay serrín. Que yo sepa todavía podemos elegir con quién relacionarnos y quién nos puede gustar.
También hay quien tiene miedo a las desilusiones: no era quien yo pensaba, era un chuleta, no me escuchaba cuando hablaba… ¡Cómo si todo esto antes no pasara! O aún mejor, cuando te enamoras de tu compañero de intercambio y después cuando se quita la mascarilla en la cafetería resulta que esos ojos verdes no combinan con esa perilla de tres días. Y es que quien tenga miedo a morir, que no nazca.
Parece que los tiempos han cambiado. Ahora Bad Bunny ya no canta himnos de solteros y Rauw Alejandro nos recuerda cómo le gusta todo de ti. Entonces, si todos las usamos que no nos dé vergüenza admitirlo. Porque ni abril sin flores, ni juventud sin amores, dediquémonos al menos, a conocer gente como en un experimento sociocultural con un objetivo: conseguir una rosa el próximo 23 de abril.